A principios de los años 90, con una herencia familiar, el padre Luis adquiere un predio de dos hectáreas en los fondos de Florencio Varela, el lugar de mayores necesidades básicas insatisfechas de todo el conurbano bonaerense. Se crea la Casa del Niño Virgen de Pompeya, donde concurren 83 niños de extrema pobreza. Apoyo escolar, juegos, higiene personal, merienda reforzada y contención afectiva. También, en el mismo predio, se crean talleres de oficios para adolescentes: carpintería, herrería de obra, y cursos orientados al aprendizaje de sembrado, crecimiento y cosecha de verduras y hortalizas.
A los efectos de poder solventar los gastos de estos emprendimientos, con un grupo de amigos, crea la Fundación Mateo 25, de la cual es fundador y presidente.
Las donaciones comienzan a llegar, de manera tal que permiten financiar programas de mayor envergadura. Se montan dos consultorios de última generación, en el centro de Florencio Varela: oftalmología y odontología. El resultado es asombroso. Se alcanza a atender un promedio de 4.000 niños por año, que llegan de casi todos los distritos del Gran Buenos Aires. A los que necesitan lentes, se les entrega de forma gratuita. Aquí amerita hacer notar que, en los barrios más carenciados, no se ven niños con lentes. Un seguimiento posterior, nos demuestra la mejoría en el rendimiento escolar. En cuanto a lo odontológico, casi el cien por ciento de los niños necesitaron tratamiento. Es así que se firma un convenio con la Facultad de Odontología de La Plata, que se encarga de los tratamientos más costosos, imposibles de afrontar por la Fundación.
Siguen llegando donaciones importantes, sobre todo de la Conferencia Episcopal Italiana. Se plantea la opción de construir una Casa de Ejercicios Espirituales en el predio de Florencio Varela. Se aprueba la moción, y en un lapso relativamente breve, se construye la misma, con capacidad de albergar 120 personas. Sala de conferencias, comedor, cocina, habitaciones con baño privado, capilla interna, y parquización. La casa, debido a los bajos precios que se cobran para su uso, es utilizada todos los fines de semana del año, por distintas comunidades, e incluso de otras creencias religiosas.
Acerca de la Fundación Mateo 25
A principios de los años 90, con una herencia familiar, el padre Luis adquiere un predio de dos hectáreas en los fondos de Florencio Varela, el lugar de mayores necesidades básicas insatisfechas de todo el conurbano bonaerense. Se crea la Casa del Niño Virgen de Pompeya, donde concurren 83 niños de extrema pobreza. Apoyo escolar, juegos, higiene personal, merienda reforzada y contención afectiva. También, en el mismo predio, se crean talleres de oficios para adolescentes: carpintería, herrería de obra, y cursos orientados al aprendizaje de sembrado, crecimiento y cosecha de verduras y hortalizas.
A los efectos de poder solventar los gastos de estos emprendimientos, con un grupo de amigos, crea la Fundación Mateo 25, de la cual es fundador y presidente.
Las donaciones comienzan a llegar, de manera tal que permiten financiar programas de mayor envergadura. Se montan dos consultorios de última generación, en el centro de Florencio Varela: oftalmología y odontología. El resultado es asombroso. Se alcanza a atender un promedio de 4.000 niños por año, que llegan de casi todos los distritos del Gran Buenos Aires. A los que necesitan lentes, se les entrega de forma gratuita. Aquí amerita hacer notar que, en los barrios más carenciados, no se ven niños con lentes. Un seguimiento posterior, nos demuestra la mejoría en el rendimiento escolar. En cuanto a lo odontológico, casi el cien por ciento de los niños necesitaron tratamiento. Es así que se firma un convenio con la Facultad de Odontología de La Plata, que se encarga de los tratamientos más costosos, imposibles de afrontar por la Fundación.
Siguen llegando donaciones importantes, sobre todo de la Conferencia Episcopal Italiana. Se plantea la opción de construir una Casa de Ejercicios Espirituales en el predio de Florencio Varela. Se aprueba la moción, y en un lapso relativamente breve, se construye la misma, con capacidad de albergar 120 personas. Sala de conferencias, comedor, cocina, habitaciones con baño privado, capilla interna, y parquización. La casa, debido a los bajos precios que se cobran para su uso, es utilizada todos los fines de semana del año, por distintas comunidades, e incluso de otras creencias religiosas.
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